Sin título. Retratos de Miguel Pérez, 2014.

No toda práctica artística nace bajo los criterios y teorías de su colonización. Miguel Pérez es cholulteca, hijo de un comandante de la policía y una ama de casa, el mayor de cuatro hermanos. Desde niño ha tenido relación directa con el bordado, esta técnica artesanal, práctica social hogareña y modelo económico segmentado a la mujer, ha sido la herramienta principal de su proyecto artístico. La obra de Miguel germina directamente de su vida diaria.

Si hacemos una metáfora desde el cine, el tema de la película que propone Miguel con su trabajo es el autorretrato como campo de investigación artística, una suerte de autoexploración empírica sobre cómo se construye su persona. Su tema se ha venido desarrollando y construyendo en diversas tramas: su cuerpo, sus enfermedades, su familia, sus deseos... todas al final proyecciones poéticas de lo personal.

La selección de obras pertenecen a un ciclo de producción en proceso donde Miguel parte de palabras (texto) las cuales son ilústradas en pintura y bordado. Las palabras escogidas son apodos que a lo largo de su vida le han atribuido: gordo, feo, marrano, balón, barril, elefante, oso...

Miguel entiende al apodo como una máscara, una fantasía cultural que en ocasiones le sirve de protección y otras de afirmación y no solo como una barrera que oculta cosas, otra manera de colonización de la obra de arte se da por procesos de exotización y autoflagelación. Desde esta perspectiva habría que reconocer que el trabajo de Miguel, tiene la clara intención de reflexionar sobre practicas tradicionales y coloquiales como formas de reconfiguración de lo privado (lo personal) en lo público.

Luis Calvo Zanabria, 2014